Medio día perdido en un museo

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Existen dos maneras de leer este título: Una con voz chillona de adolescente en crisis, enmarcado por varios signos de interrogación y exclamación juntos, y la imagen de alguien que dramáticamente se toma la cabeza a dos manos; cuando tú, con voz alegre, le propones el plan. Otra simplemente con entonación alegre.

On vacation Museo de oro quimbaya

Esa es la que estamos seguros que vas a tener tú y el hijo adolescente de cualquiera, cuando les cuenten a todos que estuvieron medio día perdidos entre las maravillas que esconde el museo del Oro Quimbaya en Armenia.

Por obvias razones, la fama se la ha llevado el de Bogotá. Pero este, de verdad, no tendría que sentir envidia de su hermano de la capital.

Primero porque fue construido por uno de los mejores arquitectos de este tiempo: El famoso Rogelio Salmona y porque además fue reconocido con el Premio Nacional de Arquitectura de la Bienal 1986 – 1987 y además,  declarado Bien de Interés Cultural de la Nación.

Esas ya son buenas razones. Pero además este museo posee una valiosa colección de piezas elaboradas en oro y tumbaga (una mezcla de oro y cobre) elaboradas por las poblaciones aborígenes del Quindío.  Coronas, narigueras y collares, figuras de ranas, pájaros y jaguares y la increíble cantidad de piezas orfebres creadas especialmente por los Quimbayas hace que uno se sienta en la época pre hispánica. Obvio toca usar la imaginación, porque seguramente nuestros antepasados no estaban tan cómodos y protegidos del sol, mientas las elaboraban.

Uno de los mayores tesoros del museo del oro de es el Poporo, una pieza de oro macizo que era usada durante las ceremonias para consumir la hoja de la planta de coca y que por un extraño milagro no fue llevada a España y convertida en un anillo para doña Isabel.

 Llegar allá es muy fácil. Solo tienes que preguntar dónde es la entrada a la ciudad (en el sentido Pereira- Armenia), ubicar la glorieta de la Locomotora y ya está. O bueno, también puedes hacer que te lleve nuestro mejor amigo wase.

Sea como sea que llegues vas a salir feliz por haber ido. Y si tienes hijos te van a agradecer esta visita. Porque muy seguramente, si desde niñitos tú les enseñas que los museos son visitas obligadas cuando se quiere conocer una ciudad o una cultura; cuando crezcan y sean parte de la generación XYW (quién sabe cuál será en ese momento)  y se conviertan en unos viajeros del mundo, te agradecerán enormemente que ellos sean de esos que al pasar frente al museo del Prado no puedan resistir las ganas de entrar.

Y entonces seguro se acordarán con cariño de esa vez que les dijiste: vamos a estar medio día perdidos en el Museo del oro Quimbaya.