Fíjate bien. Todos los artículos, los blogs, las guías de viaje;  te hablan del placer que le produce a nuestro cerebro el acto de viajar. Y aunque para algunos la emoción del viaje comienza desde el momento mismo en el que tiene en su mano el pasaje con destino a… Para muchos otros el buen momento del viaje solo comienza cuando pueden por fin llegar a la habitación de su hotel.

El resto del tiempo lo pasan entre preocupaciones, malas vibras, angustias, problemas reales o pre fabricados, que logran desgastarlos tanto, que a veces ni los 8 días de vacaciones logra ser suficientes para  recuperarse de ellos. Pero  ¿por qué? ¿Por qué no decidir  tomar  todos esos pre como una buena forma de empezar a poner el espíritu en modo vacaciones?

La visita a un aeropuerto por muy congestionado que esté,  por muchas incomodidades que suponga, tiene que ser por lo menos motivante; al final, es un lugar que no frecuentas normalmente. Un lugar en el que te vas a encontrar con personas que nunca has visto y que tal vez nunca vuelvas a ver.

Montarte al avión, con el foco puesto en ¿Cuánto falta para aterrizar? Es una forma de perderte el camino y de tener presiones que solo van a agotarte.

Así que aunque parezca un consejo de libro de autoayuda.  Tengo que dártelo:

Tener la mente en el presente, disfrutando cada momento,  sintiendo que los controles de seguridad,  las filas, las esperas, las maletas dando vueltas, son parte de.  Son el preámbulo al tan esperado  momento de las vacaciones. Si logras  verlo desde esta perspectiva, si te lo tomas de esa manera, seguro el placer de tu próximo viaje  empezará justo en el momento en que te digan: Acá tiene su pasaje con destino a…